domingo, 24 de febrero de 2008

¿Una ayudita del más allá?


Quienes a través de mis relatos anteriores han analizado mi visión de vida, se habrán dado cuenta de mi credibilidad ante esos acontecimientos que en el mundo se dan sin explicaciones lógicas. No pretendo convencerlos de que efectivamente éstos acaecen de vez en cuando, ni es mi intención conducirles a que realicen interpretaciones o conclusiones similares a las mías. Lo cierto es que, quiero contarles, -so pena de que me sigan catalogando como un curuchupa de izquierda o me adjudiquen otros epítetos similares a los que ya me han dado,- un episodio de mi vida que ocurrió en noviembre del 2.003 cuando efectivamente recibí una ayudita del más allá. Desde esa fecha, han pasado algunos años y pese a la insistencia de la Bruja para que escriba el caso que les voy a referir, no lo había realizado anteriormente, quizás por vagancia o tal vez considerando de antemano que nadie me iba a creer lo que me sucedió en Panamá, con ocasión de la realización de un Seminario Internacional programado por el Ministerio de Vivienda de ese país.

Mi odisea motivo de este relato, se inicia al momento que recibí la invitación de mi amigo panameño Roger Arauz, en esa época Coordinador del Programa del BID/ MIVI para que asista a un taller de discusión que se había organizado para analizar las propuestas de varias consultorías, incluida la mía, que había realizado para afinar la política de subsidios habitacionales que se pretendía introducir en ese país. Por supuesto que me sentí halagado por la deferencia dada a mi persona y como era lógico presumir, pensé inicialmente que se trataba de una pequeña reunión con la participación exclusiva de funcionarios de ese Ministerio.

Con este entendimiento, me embarque súper relajado en un avión de Copa, sin imaginarme que al llegar al aeropuerto de Panamá, mi tranquilidad inicial iba a tomar un giro inesperado con el pasar de las horas y terminaría …bueno, eso les cuento al final de esta pequeña historia. Efectivamente, al llegar al terminal de Tocumen y tan pronto bajaba para iniciar mis chequeos migratorios, grande fue mi sorpresa, cuando me tope con una gran pancarta que daba la bienvenida a los expositores que iban a participar en el Seminario Internacional al cual había sido invitado. Ni remotamente me imagine que el pequeño encuentro al que asistía, era “el” evento internacional del año y estaba programado con la participación de consultores muy conocidos a nivel mundial en el ámbito de mi actividad profesional y que dentro de este grupo me habían considerado como uno de los expositores. Desconocía además, que los invitados clave eran varios ministros de vivienda a nivel Latinoamericano y del Caribe y que la clausura la realizaría nada menos ni nada más, que la Presidenta de la República de Panamá la señora Mireya Moscoso.

Al llegar al hotel tuve oportunidad de leer varios de los periódicos locales que promocionaban y daban a conocer detalles técnicos y logísticos del Seminario. Mi exposición había sido proyectada para el último día y al final de la tarde, es decir, previo su cierre y clausura. Me quede meditando, ¡exponer un tema que no lo había preparado con la antelación necesaria para presentarme en una batalla de esta naturaleza, un viernes, al final de la presentación de todos estos genios y cuando todo el mundo esta cansado y con sueño después del almuerzo!, que flaco favor me hizo mi “amigo” Roger. ¿Como carajo voy a salir de este lío? pensé en esos momentos. ¿Qué voy a decirles….? ¡Ahora sí que estoy metido en un gran problema y de éste no me salva ni Mandrake el Mago¡

Jueves a primera hora en el desayuno y luego de un saludo protocolario con todos los invitados, se inicia mi vía crucis. Al finalizar la mañana y a la hora del almuerzo, todo el mundo comentaba favorablemente sobre las sobresalientes exposiciones que se habían dado. Al final de la tarde, los mismos comentarios, destacando las bondades y aciertos de los expositores ¡Que buen día tuvimos! ¡La experiencia de estos tipos es increíble!, comentaba uno de los ministros invitados. Mientras tanto y ante estas claras y evidentes manifestaciones de satisfacción a todo lo que se había dado hasta el momento, mi adrenalina emanaba progresivamente con mayor intensidad. No solamente estaba un poco nervioso, sino que me sentía súper tensionado.

Esa noche en la habitación del hotel, intenté prepararme y poner algo de orden a mis ideas. Mis nervios me traicionaban y no me permitían concentrarme para diseñar en el escasísimo tiempo que contaba, la estrategia más adecuada para plantear mis puntos de vista respecto a los objetivos proyectados para mi speeck . Entre mis pensamientos de esa noche, lamentaba no solamente la falta de especificación respecto al tipo de evento que se había programado y al hecho de que ningún expositor realizó una floja presentación. ¡Que mala pata tengo, Roger no fue claro en su invitación y tampoco ninguno de los expositores lo hizo mal!, ojalá que alguno de los que se presenten mañana, no sean tan buenos como los del día de hoy. Con estos malos pensamientos intenté dormir y lo logré, luego de algunas horas de tensión y meditación.

Viernes por la mañana, el mismo cuento. Magníficas exposiciones y los idénticos comentarios. Ustedes no se pueden imaginar como me sentía en la hora del almuerzo, ante la proximidad del lance que tenía que darse en términos inmediatos, es decir, a pocos minutos de entrar al paredón para ser fusilado. Todavía recuerdo esos momentos de nerviosismo, más aún cuando, por ser la última charla, algunos amigos coreaban en el comedor, Carrión, Carrión, ¡cierra con broche de oro este seminario! Creo que hasta pensé salir a la carrera o justificar una enfermedad para no tener que realizar un papelón que empañe todo lo que se había realizado hasta el momento.

En esos instantes de tensión, de pronto se me iluminó la mente. Tenía una última opción y la alternativa más inteligente era solicitar una ayudita del más allá. ¡Señor, tu eres pana de la Bruja, dame una mano y no lo hagas por mi, Hazlo por ella, que confía en Ti todos los días y en cualquier circunstancia de su vida! ¡Ayúdame por favor, no me abandones en estos duros y difíciles momentos!

Eso fue todo. De pronto sentí una confianza increíble y entre al salón con el aplomo necesario para iniciar la mejor conferencia que he dado en mi vida,
créanme que han sido algunas y en distintos países de nuestro planeta. La capacidad y fluidez con la que hablaba en ese momento demostraban que era un experto que conocía ampliamente el tema solicitado. Actué con la solvencia necesaria y mis puntos de vista fueron planteados de tal manera, que sentía y observaba que los asistentes estaban satisfechos con mi presentación. Al finalizar hubo muchas preguntas, lo que demostraba que efectivamente no lo hice mal. Termine con un buen aplauso y muchos de los expositores que me presidieron, hicieron eco de mis propuestas y las apoyaron frontalmente.

Cuando el relator del Seminario, un afamado ex Ministro de Vivienda mexicano realizaba las conclusiones generales de todo lo que se había dicho en los dos días, se refirió en forma reiterativa a conceptos emitidos en mi exposición y tomó literalmente algunas frases y reflexiones que había realizado. En mi interior me preguntaba, ¿esas conclusiones las expresé hace unos momentos? Efectivamente, todos los fundamentos expuestos, los había planteado de una manera magistral y por tanto, mi conferencia fue muy bien comentada, inclusive por mi colega Pedro Lasa que se acerco a felicitarme por mis “estupendas proposiciones” pese a que no le gusto, que haya cometido la ligereza de haber calificado de regresiva a su Ley de Intereses Preferenciales que la propuso años atrás y que como ustedes bien lo conocen, está contribuyendo de una manera positiva al desarrollo económico y social de Panamá.

Para finalizar, tengo que contarles, que inclusive en un acto inusual, un duro y difícil ex funcionario del BID, ofreció financiar mis servicios profesionales al Ministro de Vivienda, situación que me demostraba también que este ilustre personaje estaba satisfecho con el performance de mi presentación. También al Ministro no le toco más, que felicitarme, pese a que había tocado su sensibilidad al desnudar algunas falencias de la política de subsidios vigente, sugiriendo, eso sí, en forma muy sutil la incorporación de algunos correctivos para su optimización. Como corolario, tengo que contarles que a raíz de este episodio de mi vida, el BID contrató mis servicios profesionales para que colabore en el diseño de la política habitacional de Panamá y República Dominicana.

Cuando regresé a casa le conté a la Bruja todo lo que me sucedió. Ella se emocionó, pero no se asombro por lo que le había narrado. ¡El Señor esta con nosotros y no me llama la atención que te haya dado una mano en esas circunstancias! Hasta aquí el relato de un hecho real y que efectivamente sucedió con un hombre que definitivamente no merecía esa ayudita del más allá.

Y, ustedes, ¿esta vez sí me creen?

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